viernes, 27 de marzo de 2009

SABOR A CANELA


Me recosté en la butaca, todavía me dolía la cabeza del alborotado día que había tenido. Pero por fin había terminado, por fin. Ahora, después de un largo baño con sales en el jacuzzi del hotel (de algo tiene que servir estar siempre de viaje por el trabajo), me disponía a tomar un whisky con hielo de minibar, y a escuchar algo de música relajante. Di el primer trago de whisky, que me supo a gloria: el antídoto contra todos mis males. Decidí aumentar el momento de relajación al máximo exponente, así que me levanté de la butaca y rebusqúé en mi neceser, buscaba la mascarilla de té rojo, que tanto me refrescaba y me ayudaba a entrar en ese estado de semi-nirvana. Me la apliqué suavemente en el rostro, y me quité el albornoz. Estaba completamente desnuda delante del espejo con la mascarilla puesta, me examiné a fondo. -En el fondo no está mal- pensé mientras escrutaba cada centímetro de mi piel. Mis piernas no eran largas como las de una modelo, pero si esbltas, capaces de lucir sin ningún problema una buena minifalda. Una de las partes de mí que más me gustaban era mi vientre: era plano y duro, fruto de las repetidas series de abdominales que acostumbraba a hacer en el gimnasio. Los pechos eran pequeños, pero debido a eso, siempre estaban mirando hacia arriba, tersos y turgentes, seguían estando igual que cuando tenía 18 años. La verdad es que el conjunto me gustaba, me sentía sexy allí desnuda delante del espejo. Mi cintura era estrecha pero a la vez mis caderas eran anchas (se me pasó por la cabeza que, aunque ahora se llevan los prototipos de mujer más bien rectos, en otra época hubiese sido el modelo ideal. Sólo había que echar un vistazo a mis caderas para darse cuenta de mi potencial de fertilidad); de todos modos a mí me gustaba ser una mujer con curvas. Y me constaba - y me consta todavía- que a la mayoría de los hombres también.

Salí del lavabo todavía desnuda y me tumbé en la cama con el vaso de whisky en la mano, la música me hacía sentir en paz, en calma. Di otro sorbo de mi bebida, y exhalé todo el aire que me quedaba en los pulmones. Poco a poco la mente se fue vaciando hasta quedar sólo pensamientos primarios, básicos. Me sentía atontada por el whisky, pero me serví otro. Ahora abrí la ventana de la habitación y salñi fuera.

Eran más d elas 12 de la noche, el cielo de Argel estaba despejado y las estrellas parecían un montón de pequeñas luciérnagas jueguetonas que bailaban en el firmamento. Mi balcón daba a la piscina del hotel, y allá al horizonte, se apreciaba el mar. Se sentía una brisa cálida que hacía que la noche fuese de lo más apacible, así que no reparé demasiado en mi desnudez. Cogí una silla y me senté bebiendo sorbo tras sorbo de mi ya tercer vaso de whisky, era realmente estupendo estar allí, por ese rato me sentí en el paraíso, conseguí olvidar mi mal día y el hecho de estar sola en un país extrangero como aquél. Un sonido de pasos me sacó de mis pensamientos, había alguien moviéndose debajo de mi balcón, no conseguía verlo, pero se notaba una presencia, se sentían sus pasos y movimientos. Entonces me di cuenta de que estaba totalmente desnuda, entré rápido a la habitación para ponerme de nuevo el albornoz. Me sentí asustada por la presencia desconocida a esas horas de la noche, me tranquilicé interiormente convenciéndome a mí misma de que sería personal del hotel, o simplemente algún animal que paseaba por el jardín. Me di la vuelta para salir de nuevo al balcón y coger mi vaso de whisky, pero al hacerlo me quedé petrificada. Alguien había entrado en mi habitación, desde el jardín no era demasiado difícil entrar a mi cuarto, dado que estaba en la planta baja del hotel. Maldije mi miedo a las alturas que me había llevado a pedir la habitación de la planta baja.
Se trataba de un hombre, era alto y delgado, esbelto. Su piel era morena y sus rasgos duros. Tenía una nariz egipica, y los ojos más bellos y profundos que jamás había visto. Ojos negros como el azabache, como la noche que bañaba ese exótico país. El brillo que emitían me dejó anonadada, incapaz de articular palabra, me quedé parada delante de él, sin poder apartar sus ojos de los míos. En su bello rostro se dibujó una amplia sonrisa de blancos dientes. Él me miro de arriba a abajo. Entonces me di cuanta: llevaba el albornoz desabrochado; lo anudé rápidamente.

Él se acercó sin dejar de sonreír y me acarició la cara. De cerca era todavía más bello. No podía moverme, ese hombre tenía sobre mí un efecto inhibidor de la propia voluntad, me sumía en un estado de hipnsois en el que sólo pensaba en ser poseída por él. Deseaba hacer el amor allí mismo, no me importaba quién fuese ni por qué estaba allí, sólo lo deseaba, era el deseo más ardiente que me había recorrido en el vida. Puro deseo, pura pasión, el sexo por el sexo.

Sus caricias fueron bajande de la cara al cuello, tan suaves, tan ardientes; me pesaban los párpados y mi mente no pensaba con claridad, me entrgué totalmente a él, no me importaba lo que hiciese conmigo. Cerré los ojos para sentir aún más su tacto, empecé a sentir un calor incontenible que me subía por el estomágo y estallaba en las sienes, notaba sus ágiles manos recorriendo mi cuerpo, desanudando mi albornoz, dejando que cayese al suelo para descubrir ante él toda mi desnudez. Su aliento olía a néctar y a fruta, lo sentí mientras iba recorriendo con sus labios los míos, mientras rehacía el camino hecho con sus manos, pero esta vez con su boca.
Sin mediar palabra, me recostó sobre la cama, yo lo miré a los ojos y deseé que se tumbase a mi lado, para acariciar su esbelto y moreno cuerpo, para recorrerlo como él había hecho conmigo: despacio, anhelando y disfrutando de todo su sabor. Se me antojó que su aroma debía de ser de canela, parecido a los dulces recién salidos del horno. Quise comprobarlo por mi misma y descubrí así que era todavía mejor. Hicimos el amor durante horas de la forma más salvaje y sensual que jamás había hecho, y que jamás volvería a hacer.

Me desperté por el frío, estaba tumbada en la cama, seguía desnuda y a mi lado no había nadie. Por un momento creí que había sido un sueño, quizá me había dormido y lo había imaginado todo. Me levanté para ir al lavabo, y entonces vi algo encima de la mesita de noche: había una nota, no recordaba que estuviese allí antes. La leí:

Querida, gracias por este maravilloso rato, espero que el destino nos vuelva a reunir algún día, mientras, recuérdame siempre, igual que yo te recordaré a tí


Han pasado muchos años ya, entonces yo tenía 29 y ahora se me considera una anciana; no revelaré este dato, ya que una dama jamás dice su edad.
No supe su nombre nunca, ni siquiera oí su voz. Pero no he sido capaz de olvidarlo. Me casé, tuve hijos y una vida feliz, pero no he le he podido olvidar. A veces, en la soledad de mi dormitorio, la mente se me inunda de nuevo con él, con su aroma y con su tacto, con su belleza egipcia.
Y la habitación parece llenarse de una fragancia a canela tostada.

martes, 24 de marzo de 2009

ACARÍCIAME...

Foto: Puesta de sol en BCN, verano 2008.

Quiero sentir tu cálido tacto en mi piel, en cada centímetro de ella, sin olvidar ni uno solo.

Quiero disfrutar de tí todo el día, durante todas las horas que me sea posible.

Querría tenerte todo el año, sin excepción, aunque sé que no es posible. Pero lo querría.

Quiero que me toques desde lejos, recorriéndome de arriba a abajo con tus dedos largos y apacibles que tan bien me hacen sentir.

Quiero que me llenes de vida, que hagas correr por mi interior tu energía y que ésta me haga renacer.

Acaríciame con tus rayos, querido Astro Rey, porque tengo ganas de tí.

miércoles, 18 de marzo de 2009

NADIE


Se despertó incómodo por el sofocante calor que llenaba la habitación, la camiseta que llevaba se le pegaba al cuerpo como su segunda piel, el verano estaba siendo muy caluroso. Además estaba la humedad, más de 30 grados con una humedad tan alta como la de Barcelona hacían que sudases sin ni siquiera mover un dedo. Así que, al ver que ya pasaban de las 11 de la mañana, decidió levantarse para darse una ducha y aliviar, aunque sólo fuese por un rato, el agobiante calor.
Salió de la cama de un respingo, y se extrañó del silencio que entraba por la ventana. No se oía nada. Se asomó para ver la calle y se quedó perpelejo: nada. Nadie. Ni un alma. La calle completamente desietra un lunes por la mañana, cuando el bullicio acostumbra a ser mayor. ¿Dónde estaban todos?.
Decidió pasar de la ducha y salir a investigar, se llevó el móvil y mientras bajaba a por el cohe, llamó a un par de amigos, a su trabajo... había línea pero nadie contestaba.
Llegó al coche y encendió la radio, sólo se oían interferencias. El silencio le estaba poniendo nervioso. Es curioso, estamos tan acostumbrados al ruido que el silencio nos hace sentir inquietos. Condujo durante unos minutos sin rumbo, por su cabeza no paraban de pasar ideas de todo tipo: ¿Una oleada de histeria colectiva provocadapor algún accidente? ¿Una evcacuación masiva? ¿Algún simulacro de defensa civil? ¿Ataque de extraterrestres? ¿Situación de expediente X? Mientras todos estos pensamientos se le dispersaban por la mente un atisbo de esperanza se mantenía en su interior: El silencio y la inactividad urbana no tenían por qué extenderse a todos los puntos de la ciudad; podía ser que en otros barrios la vida transcurriese de la forma habitual. Decidió comprobarlo cuanto antes, así que pisó el acelerador y puso marcha al sitio con más movimiento de personas que se le ocurrió: el aeropuerto.


Recorrió los 35 kilómetros que separaban su barrio del aeropuerto del Prat, aparcó el coche en el párking, sin preocuparse de abonar la cara tarifa. Salió disparado y ni siquiera cerró con llave, no tenía miedo de que nadie le robase en esas extrañas circunstancias. Habían más coches estacionados, pero no se veía a nadie. Entró dentro, corrió a través de todas las salas, en las que habían maletas abandonadas a su suerte, pero de nuevo, ni un alma. Ni empleados, ni viajeros, ni los indigentes que acostumbran a agotar sus horas muertas deambulando por el aeropuerto... nadie. Los aviones estaban estacionados en las pistas completamente vacíos.

Le invadió una fuerte ansiedad, no sabía qué hacer, ni a dónde ir... estaba solo en una ciudad enorme. Quizá en un país enorme. No sabía el alcance que tenía la inactividad, de hecho empezaba a pensar que era posible que se extendiese más allá de las fronteras estatales.

Se le aceleró el corazón y empezó a respirar cada vez más apresurado. Necesitaba salir de allí, sentía que se ahogaba, que le faltaba el aire. Así que salió corriendo y cuando estuvo fuera gritó. Aulló con toda la fuerza que fue capaz hasta que las venas del cuello se le tensaron como cables a punto de romperse. Cayó derrotado al suelo y lloró. Lloró como hacía años que no lloraba, como un niño. Se sintió el ser más abandonado de la Tierra. Sin nadie. Lo tenía todo su alcance: podía ir al banco, reventar los cristales y llevarse todo el dinero que hubiese. ¿Pero para qué? el dinero no servía de nada ahora. Todo lo que había vivido, aprendido y hecho hasta ahora no servía de nada. Porque estaba solo.


Entró en el coche y se sentó, volvió a poner la radio pero sólo pudo oír interferencias en todas las emisoras. Siguió llorando hasta que cayó dormido. Soñó: soñó con su infancia, con su hermana y él jugando en el jardín, con su madre que les llevaba unos bocadillos para merendar. Lloró en sueños por saber que no podría volver a tener lo que antes tenía y no supo valorar. Lloró de rabia en sueños, y sintió que prefería no despertar jamás si era para vivir en un mundo vacío.


Le despertaron unos golpes secos. Abrió los ojos y miró por la ventanilla del coche: había una chica morena haciendo gestos para que bajase la aventana.

- ¿Se encuentra bien? - preguntó - Hace mucho calor para dormir en el coche con las ventanillas cerradas, lo he visto y he pensado que sería mejor despertarle, no tiene buena cara, y está sudando-

La miró completamente confundido... ella le sonrió e hizo un gesto de despedirse, en un momento desapareció.

Miró a su alrededor, estaba en el párking del aeropuerto, ahora lo recordaba todo. Estaba agotado, volvía de un viaje de negocios y se quedó dormido en el coche. Posiblemente por culpa del calor había tenido esa horrible pesadilla. Respiró aliviado. Había sido tan real que todavía se sentía aturdido.


Bajó del coche a comprar un refresco en uno de los bares del aeropuerto, y mientras encendía un cigarro pensaba que a partir de ese momento se lo iba a tomar todo con más calma. Sobre todo, iba a valorar más lo que la vida le daba cada día.



miércoles, 11 de marzo de 2009

GOFRES CON CHOCOLATE


Se levantó de un golpe y salió a la calle. La noche era fría y oscura. Las farolas de la calle apenas podían romper la aterradora oscuridad que invadía los rincones, las esquinas y hasta los pensamientos. Los suyos, desde luego.
A pesar del frío y la noche, las calles estaban llenas de gente, era víspera de Navidad, y en esa época las tiendas se llenaban de compradores compulsivos que se olvidaban de sus problemas a base de golpe de tarjeta. A ella esas Fiestas le deprimían todavía más. Se ajustó el gorro y la bufanda, encendió un cigarro y siguió con su indefinida ruta, siempre hacia adelante, como en la vida.

Llegó hasta el río, el río que cruzaba la ciudad y al que siempre acudía para mirarlo pasar. A veces lo envidiaba, como ahora. El río siempre estaba en constante renovación, podías mirar fijamente a cualquier punto, pero nunca verías exactamente lo mismo. Ella hacía tiempo que sentía la imperiosa necesidad de un cambio en su vida, algo que le incentivase al levantarse por las mañanas. Algún motivo que la empujase a seguir en el juego. Pero no lo encontraba.
El viento sopló con fuerza y azotó sus cabellos, el frío era cada vez más intenso. Allá a lo lejos podía ver el bulevar, lleno de gente que ahora parecían pequeños seres yendo aquí y allá. Parecían felices, y deseó poder ser uno de ellos. Aprender a conformarse con lo que la vida tiene a bien darte, o con lo que te ha tocado. Pero no podía. Deseaba ser como el río, ser diferente en cada segundo, a cada instante de su vida.
Se sentó en un banco a mirar el horizonte. Inspiró profundamente el frío aire y sintió como sus pulmones se llenaban de él, como se enfriaban con él. El cielo se empezaba a llenar de nuebes grises que presagiaban una tormenta. El viento empezó a soplar más fuerte y empezó a sentir calma en su interior, de repete, sentía que en ningún sitio podría estar tan bien como allí. Se sentía fuera. Fuera del tumulto, de las miradas desconocidas y de la gente. Por un instante pensó que le gustaría poder quedarse allí, sentada en el banco observanso el río pasar y dejando que sus cabellos se alborotasen a merced del viento caprichoso. Ojalá ese río le enseñase a entender la vida, las personas y el mundo que la rodea, que a veces se le antojan imposibles de entender.

Desde pequeñita le habían enseñado que el orden era la base en cualquier persona que se pudiese llamar digna. Le habían enseñado a sonreír cuando no le apetecía, a besar a personas que no conocía por educación, a hacer cosas que no deseaba hacer. Pero algo en su interior estaba alerta, en el fondo pensaba que era afortunada, quizá esos sentimientos enfrentados que tenía eran resquicios de sus pulsiones naturales, de animal. Y, aunque en cierto modo le atormenataba, se sentía orgullosa de ello. De no estar alienada completamente, de ser capaz de darse cuenta de lo difícil y antinatural que a veces es el mundo que hemos creado para nosotros. Del alto precio que hemos pagado por vivir como vivimos.

De repente sintió un sobresalto: se había quedado totalmente ensimismada en sus elucubraciones, una música navideña que provenía del bulevar la devolvió al mundo real. Se sentía mejor. Sin darse cuenta había pasado más de una hora, eran las 10 de la noche. Encendió otro cigarrillo y echó a andar hacia casa.
Al llegar al paseo, se encontró con varias parejas que andaban cogidas de la mano, madres y padres con sus hijos, que irradiaban felicidad por las compras y regalos navideños. Se respiraba un aire de felicidad general, el ambiente era cálido a pesar de la fría noche de invierno.
Siguió caminando y paró en una parada ambulante que vendía gofres de chocolate, compró dos, uno de ellos con nata. Sin perder un minuto, aceleró el paso hasta llegar a un edificio rojo con puertas de madera blancas, llamó al telefonillo y esperó. Se oyó una voz de mujer - Si? - ella sonrió, hacía demasiado tiempo que no iba a verla, se sentía culpable por ello. - ¿Mamá?, ¡soy yo, te he traído una sorpresa! -
La puerta se abrió al instante - ella subió las escaleras a toda prisa, una sonrisa de oreja a oreja le recorrio el rostro y esta vez no era en absoluto forzada, - no quería que el gofre de su madre se enfriase.

martes, 10 de marzo de 2009

CATALUNYA



El nombre de Catalunya es de etimología incierta, pero se cree que deriva de "Terra de Castells" (tierra de castillos). Se empezó a utilizar allá en el S. XII para designar a aquellos condados que formaban la Marca Hispánica y que, una vez liberados de la dominación musulmana en el S. IX, se fueron desvinculando cada vez más de la tutela francesa y, poco a poco, fueron soberanos.
Este territorio soberano, conocido como Catalunya Vella (Catalunya Vieja), con una sociedad eminentemente feudal, inició una importante expansión territorial , que empezó, en el transcurso de los siglos XI y XII, - en tiempos del Conde Ramón Berenguer III - el primero en ser nombrado monarca de los catalanes-, y en diversas direcciones: el levante peninsular, las islas mediterráneas y el norte occitano. Fruto de esta expansión fue la incorporación de la la llamada Catalunya Nova (Catalunya Nueva), que se extendía al sur y a poniente del río Llobregat y hasta la línea del Ebro, que fue conquistada y repoblada en el siglo XII.
La unión en matrimonio del Conde Ramón Berenguer IV, con Peronella, hija del rey de Aragón, en el 1137, posibilitó la formación de la corona de Aragón y la continuación de la expansión feudal, que empezó por el sur y el poniente musulmán - Tortosa fue conquistada en el año 1148 y Lleida en el 1149.



Asimismo, la gran expansión feudal catalana se da en el siglo XIII y principios del XIV, a raíz del cual la Corona de Aragón se amplia con los dominios mediterráneos de Mallorca, Sicília i Sardenya(Cerdenya), además de Valencia. La expansión se inició con el rey Jaume I, que conquistó Mallorca (1229) - de donde expulsó a la población musulmana - y Valencia (1238) - territorio al que se dio el estatuto de reino, y que fue repoblado mayoritariamente por catalanes-.
De forma paralela, y en el transcurso de un sitema feudal a uno monárquico, se fue confirgurando un sistema político que tenía como base el "pactismo", es decir, la limitación del poder real por parte de las cortes - donde estaban representados la nobleza, el clero y la burguesía urbana -. Este sistema dio lugar a una institución surgida a finales del S. XIII, la DIPUTACIÓN DEL GENERAL (Que a partir del S. XVI fue conocida también como Generalitat) y que fue adquiriendo de manera progresiva poder político.

A mediados del S. XIV, se inició una época de crisis demográfica (con el impacto recurrente de la peste), económica y política, que llevaría a una guerra civil en el S. XV.

En el año 1469, el matrimonio del rey Fernando II de Aragón con Isabel de Castilla, llamada La Católica, propició el camino hacia una monarquia hispánica, aunque durante siglos Catalunya mantuvo su condición de estado, de sobirania imperfecta, pero con sus propias instituciones y con plena vigencia de sus constituciones y derechos.

Debilitada demográficamente y económicamente, durante los siglos XVI y XVII Catalunya vivió un periodo de decadencia, en oposición al llamado "Siglo de Oro" de Castilla que siguió en la conquista de América. Las pretensiones unificadores de la monarquia hispánica fueron la raíz de un nuevo conflicto de Catalunya con el rey, el levantamiento secesionista conocido como La Guerra dels Segadors (La Guerra de los Segadores) (1640 - 1659). Esta guerra finalizó con el Tractat dels Pirineus (Tratado de los Pirineos)(1659), que sancionaba la anexión de Rosselló y Cerdanya a la monarquia francesa, mientras que las instituciones políticas catalanas pasaron a ser fuertemente controladas por la monarquia hispánica.

Durante la Guerra de Sucesión (Conflicto de ámbito europeo en el que estaba en disputa la sucesión a la corona española) Catalunya se posicionó mayoritariamente al lado del pretendiente austríaco como forma de mantener sus constituciones, en el que fue conocido internacionalmente como el "cas dels catalans" (el caso de los catalanes). Pero el 11 de Septiembre de 1714, Barcelona se rindió ante las tropas del pretendiente francés. La guerra finalizó con el tratado de Utrech, el cual significó la entronización en España de la dinastía francesa de los Borbones con la persona de Felipe V. Este rey, nieto de Felipe XIV, instauró un sistema absolutista de gobierno, que comportó, en los territorios de la antigua Corona de Aragón y de Catalunya, la liquidación de las instituciones y del sistema constitucional propios mediante el llamado Decret de Nova Planta (Decreto de Nueva Planta) (1716). Catalunya dejaba de tener un estado propio, y se integraba definitivamente en la monarquia española.
La Nova Planta significó la sustitución total de la lengua catalana por la castellana en todo el ámbito público: administración, enseñanza, etc. Lo que comportó un declive de la lengua - que se mantuvo, asimismo, en el ámbito familiar - y de la cultura catalanas, del que no volvería a salir hasta el llamado Renacimiento del siglo XIX. En el plano económico, Catalunya experimentó un desarrollo agrario, comercial y manufacturero, que asentó las bases para la industrialización del siguiente siglo.

En el S. XIX Catalunya fue la región más industrializada de España: se ha podido afirmar que Catalunya era la fábrica de España. Este desarrollo industrial - que se basó en el téxtil, el sector claramente hegemónico - durante el año 1833, año en el que empezó a funcionar en Barcelona la primera fábrica mecanizada movida a vapor, y a vigília de la I Guerra Mundial, en que la economía catalana ya se consideraba plenamente industrial.
Esta industrialización dio lugar a una nueva sociedad, diferenciada del resto de España, con un grado creciente de conflictividad social y una desaveniencia también creciente respecto al Estado español, que se consideraba incapaz de responder a unos intereses como los de la sociedad catalana. Esto comportó que al largo del siglo XIX, fueran surgiendo los movimientos que propugnan el reconocimiento de la personalidad catalana, que íban des del particularismo de principios de siglo hasta diversas formas de federalismo y regionalismo.

En el invierno de 1939 Catalunya fue ocupada por el ejército franquista. La victoria del bando nacional y la dictadura que instauró el General Franco comportó, en toda España, el exilio, la muerte y la represión de los numerosos militantes republicanos y de partidos y sindicatos obreros. El nuevo régimen suprimió inmediatamente el Estatut de Catalunya, reprimió toda manifestación al catalanismo y prohibió el uso público de la lengua catalana, En el 1940, el presidente de la Generalitat, Lluís Companys, capturado en Francia por los nazis, fue entregado a las autoridades franquistas y fusilado en Barcelona.
Después de una larga y dura posguerra, la España franquista experimentó un periodo de expansión económica, que fue determinante para la inserción tardía, aunque rápida, de España en genral y de Catalunya en un desarrollo eureopeo más amplio, correspondiente a lo que se ha llamado como "treinta años gloriosos" (1945 - 1975)
Durante este periodo, Catalunya experimentó un gran incremento de la población, que pasó de 3 a 6 millones de habitantes de 1950 a 1980. Este enorme salto demográfico, que fue posible gracias a la existencia de una industria que necesitaba mano de obra, se vio muy facilitado por la aportación migratoria de gentes venidas, fundamentalmente, del sur de España. Esta aportación demográfica ha configurado, de una manera decisiva, la sociedad catalana actual.



Con la muerte de Franco, en el 1975, España evolucionó hacia un estado democrático y autonómico, definido en la Constitución de 1978. En el 1977 fue restablecida de forma provisional la Generalitat de Catalunya, en la persona de su predinte exiliado, Josep Tarradellas, que retornó a Barcelona en octubre de ese año. En el 1979 se aprobó el Estatuto de Auronomía de Catalunya, que permitía el resatblecimento del autogobierno. En el 1986 España se integró dentro de la Unión Europea, dentro de la cual Catalunya propugna el reconocimiento del papel de las regiones como motores del desarrollo económico y del bienestar social. En el periodo 1980 - 2003, caracterizado por el desarrollo autonómico, gobernó la coalición Convergència i unió (CiU), encabezada por el presidente Jordi Pujol. En el 2003, Pujol fue sucedido por Pasqual Maragall, con un gobierno tripartito (PSC - ERC - ICV), que impulsó la reforma del Estatuto de Autonomía de Catalunya para adaptarlo a la nueva realidad catalana. Este Estatuto entró en vigor el 9 de agosto de 2006. En el noviembre de ese mismo año, José Montilla sucedió a Maragall como presidente de la Generalitat de Catalunya.


Fuentes: Web de la Generalitat de Catalunya (www.gencat.cat)
Vikipedia: ca.wikipedia.org

viernes, 6 de marzo de 2009

IF I DON'T BELIEVE IN LOVE... YOU'RE TOO GOOD FOR ME



I wanna go to bed
With arms around me
But wake up on my own
Pretend
That I'm still sleeping
Til' you go home

Oh
I can't look at you
This morning
I should probably have a sign
That says
'Leave right now or quicker'
You've overstayed your time

If I don't believe in love
Nothing will last for me
If I don't believe in love
Nothing is safe for me
When I don't believe in love
You're too close to me
And that's why
You have to leave

Maybe I slept peaceful
On your shoulder
Your arm warm around my side
But it's different now
It's morning
And I can't face your smile

The second that I feel
Your safe hands
Reaching out for mine
I slip away and out of sight
You've ovestayed your time

If I don't believe in love
Nothing is good for me
If I don't believe in love
Nothing will last for me
When I don't believe in love
Nothing is new for me
Nothing is wrong for me
And nothing is real for me

When I don't believe in love
Why do you care for me?
When I don't believe in love
Nothing is real for me
If I don't believe in love
You're getting too close to me
And that's why you have to leave
And that's why you have to leave

If I don't believe in love
If I don't believe in love
If I don't believe in love
Nothing is left for me
If I don't believe in love
You're too good for me