martes, 13 de enero de 2009

PÁJAROS EN LA CABEZA


Sus ojos se cerraron y una lágrima resbaló por su mejilla sonrosada a causa del frío. El frío se le había metido en el cuerpo desde el primer día que llegó allí, al segundo de haberse apeado del tren, su alma se enfrió hasta congelarse y volverse como el hielo: dura y fría. Así era ella desde que llegó, cuánto había cambiado.
Antes era una muchacha risueña, feliz y dicharachera que reía con facilidad y que tendía a ver la vida de rosa. Recordó sus años en el colegio, con sus amigas. Llegar a casa llena de energía y encontrar el bienestar del hogar materno, el calor y el abrigo del hogar materno.
Intentó apartar esos pensamientos de su mente, echarlos sin miramientos. Si de algo le habían servido sus años allí, a parte de volverla fría como un témpano, había sido para no pensar demasiado en el pasado, el pasado es pasado y hay que mirar adelante, sin volver la vista atrás. Y así lo había hecho desde que llegó allí, abandonando su infancia y su felicidad. Pero había días demasiado fríos, que no le dejaban apartar del todo esas ideas nostálgicas de su cabeza. Pájaros en la cabeza. Él siempre le decía que tenía la cabeza llena de pájaros, que se dejase de tonterías. A veces pensaba que tenía razón. Otras no. Pero jamás le rechistaba, jamás le decía nada. Porque le daba miedo.

No sabía con certeza si había sido él quien había acelerado el proceso de enfriar su alma, su corazón y su mente. Cuando lo pensaba llegaba a la conclusión de que había sido un proceso casi químico, tangible. Como un experimento de los que se hacen en un laboratorio, de forma controlada y delante de un puñado de estudiantes curiosos por el resultado. A veces se preguntaba si él era su estudiante y profesor a la vez, el que instó ese proceso y al mismo tiempo el que observa desde la distancia como sucede, y al que le encanta ver y admirar su obra. Y ella, su conejillo de indias.
Otras veces buscaba un aliciente, una salida o vía de escape que le diese fuerzas para levantarse cada mañana dentro de esa burbuja helada que era su vida. Sólo sus hijos le daban esa fuerza, pero había días que ni si quiera ellos.
Al principio de compartir su vida con él parecía diferente, pero poco a poco fue cambiando, dando lo peor de él y haciendo que ella guardase lo mejor muy adentro, tanto que ni ella misma recordaba si lo había tenido alguna vez. Era difícil discernir entre sus pensamientos reales y los que él quería que pensara, ni siquiera se daba cuenta de la enorme influencia que tenía en todos y cada uno de sus actos, en todas y cada una de sus palabras. Sólo durante ciertos momentos de lucidez, como éste, que sólo le servían para darse cuenta de que era una cobarde, para deprimirla y hundirla más aún, para creer que había perdido todo: su vida, su personalidad, su alma y todo su ser. Y nunca decidió entregárselo a él; de hecho él ni siquiera le pidió permiso jamás. Ni para adueñarse de su esencia ni para todo lo demás.

De repente oyó un grito que venía de la casa, era él, que reclamaba su presencia para alguna tarea absurda, como por ejemplo servir una cerveza o preparar algo de comer. Y ella tenía que ir, ni siquiera lo dudó.
Antes de secarse la lágrima que resbalaba por su mejilla sonrosada y encaminarse hacia casa, oyó a lo lejos como le gritaba que se dejara de elucubraciones y fuese corriendo, que se quitara esos pájaros de la cabeza.
Y ella abrió su mente, soltó los pájaros y todos los pensamientos que había tenido durante los últimos minutos dentro de su cabeza, y se encaminó ligera hacia la casa.

3 comentarios:

Cossio dijo...

hola chica linda, pues mil gracias por las firmillas y aquí ando dandome una vuelta por tu blog y deleitandome la neurona con tus escritos y esa canción que pusiste, te envio un abrazo y un par de besos desde el otro lado del charco que en estos momentos se me hace que debe de estar congelado por que hace mucho frío por aquí y se antojan como que muchos mojitos pa'quitar ese frio invernal aun:D

Kuny dijo...

Hola guapetón!!!
Sabes que siempre es un placer leerte por aquí!
Gracias a ti también por visitarme.
Mmmm... mojitos! invítame a uno (o a dos, o a tres...;-) lo mejor pa' quitar el frío, sin duda! :-D Por aquí tampoco nos vendría mal, con estas nevadas que están cayendo.
Un abrazo y mil besos, nos seguimos leyendo!

Mixha Zizek dijo...

El drama de muchas mujeres que no enfrentan a hombres posesivos como el de tu historia, entendí que al final ella se va a enfrentarlo, eso me gustó, un besote

me encantó el final de tu historia